jueves, 24 de abril de 2025

Latif Al-Ani: el fotógrafo ante un sueño


En La belleza invisible de Irak (2022), una película sobre la figura de Latif Al-Ani (1932-2021), se le ve, octogenario, asomado a la ventanilla del metro aéreo de Chicago. Al comprobar la extremada altura de los rascacielos y la enormidad de sus aparcamientos de vehículos susurra para sí mismo: «Así podría haber sido Bagdad». Entre todas las funciones obvias que desarrolla la fotografía documental, en la que el iraquí es una referencia obligada, también se encuentran otras menos convencionales, que quizá no existieran en el momento de disparar la cámara, pero que el tiempo ha convertido en el argumento principal de la contemplación, como la de documentar lo que no ha ocurrido, el sueño perdido de las imágenes.

         Las piezas que muestra la exposición Bagdad, un lugar moderno (1958-1978) [La Virreina, Centre de la Imatge. Barcelona, mayo de 2022], procedentes del fondo de la Fundación para la Imagen Árabe de Beirut, se centran en la década de los sesenta. El fotógrafo está en su treintena y la cámara es el instrumento que elige para descubrir la textura de su país. De Irak. Recorre Bagdad, sus barrios, los antiguos y los modernos, los alrededores, las zonas arqueológicas, las cuencas de los dos ríos míticos, el Tigris y el Éufrates, las poblaciones interiores, el desierto. Lo que encuentra en esta década es un territorio en transformación. Nuevas construcciones, un urbanismo diferente organizado alrededor del tráfico rodado, fenómenos desconocidos —como el turismo— e incluso vestimentitas inusitadas frente a las callejas intrincadas, los restos de antiguos palacios, los edificios decrépitos con antiquísimos balcones y las oscuras chilabas. Cuando se produce una metamorfosis tan radical parece obligado cultivar el espíritu crítico, es decir, tomar partido en contra de uno de los dos mundos que se enfrentan: o el antiguo, por decadente; o el moderno, por ajeno. La magia de la mirada de Latif Al-Ani arraiga en esta ausencia partidista. Hay tanta pasión al retratar las calles estrechas y encharcadas, caóticas siempre, como al buscar perspectiva frente a las novedosas rotondas, los aparcamientos de automóviles y la arquitectura racionalista. No por carencia de una idea propia frente a lo que ocurre, sino todo lo contrario, por dotar de mayor profundidad a la idea que se intuye. A este maestro de la fotografía documental no le interesa tanto el juicio de la época, de eso ya se encargarán otros, como captar la esencia del cambio del que es testigo. Y aquella transformación era, al cabo de las décadas se comprueba, el auténtico argumento de su obra. Cualquier postura militante, a favor o en contra de algo, hoy resultaría trivial frente a la emoción que provocan estas imágenes que no desprecian nada.

         Las posiciones militantes, o quizá sea mejor decir militares, llegaron a su país a continuación. En la sucesión de las fotografías expuestas pesan imágenes que no están en las paredes, y que Latif Al-Ani tampoco pudo hacer porque no le dejaron, de las dictaduras, las guerras, los atentados suicidas, las devastaciones constantes a las que se ha visto sometido en las décadas posteriores el sueño del país que amanecía cuando él, con la cámara al hombro, lo recorría. Un sueño de lo que podría haber sido Bagdad que está en el germen de cada una de sus fotografías, pero que ya se ha perdido por completo en la realidad. Y esta infrecuente dimensión candorosa de lo documental, que suele situarse en el polo opuesto, es decir, en la constatación de la pesadilla, vale la pena subrayarla.

         Latif Al-Ani muestra el sueño de su país con una ingenuidad y una devoción que admira contemplar. Cada placa contiene una brevísima epifanía. El fotógrafo percibe el desgarro profundo que ocurre en la realidad ante el objetivo de su cámara entre una sociedad tradicional y una modernización de las costumbres. Su papel, ya se ha advertido, no quiso ser el de fomentar las diferencias, sino el contrario: dar cauce a la armonía con la que sus ojos contemplaban la metamorfosis.  Y en esta cualidad radica la epifanía de la mayor parte de sus inquietantes fotografías, donde conviven edificios de arquitectura moderna con personas ataviadas al modo tradicional, ruinas arqueológicas con turistas norteamericanos, edificios antiguos alineados con perspectiva racionalista. No quiere hacer, en imágenes, la crónica de un suceso, sino narrar el relato profundo de un pueblo que se renueva. Esta epifanía es, claro, el sueño quebrado de Irak. Y para quien admire estas fotografías, una de las lecciones de historia más impactantes y sobrecogedoras que se puede recibir, pese a la ausencia total de cualquier violencia de ningún tipo. 

         Hay una fotografía que me ha llamado especialmente la atención. Su descripción la titula: «Turista europea con un pastor, en el camino hacia el sur», 1962.  Un rebaño de ovejas avanza por el arcén de una carretera asfaltada. Ocurre en un paisaje propio del desierto, bajo una conducción eléctrica que se pierde en el horizonte. Encabeza el rebaño un pastor con chilaba blanca sobre la que viste una americana convencional de color claro y en la cabeza lleva una kefia en forma de turbante. En un lateral del rebaño, la turista del título, con gafas de sol, cigarrillo en la mano y abrigo de piel contempla risueña, como encantada, la escena. Me ha recordado esta imagen un poema de José Manuel Benítez Ariza titulado «La primera», en referencia a la primera oveja que sale de un redil guiando el camino del rebaño frente a la carretera, donde —dicen los versos— «Nosotros, desde el coche detenido / al paso del rebaño, más que verlo pasar, lo entresoñamos». Ambas obras, fotografía y poema, resuelven la misma circunstancia —el avanzar de un rebaño que detiene las rutinas del tiempo y ensimisma a quien lo ve— con idéntica metáfora: la de las breves epifanías que liberan, por unos instantes, al sujeto de sí mismo y lo sumen en una sensación de profunda armonía con el espacio. Como hacen los buenos poemas, como se experimenta ante las fotografías ejemplares. Entresueño que Latif Al-Ani ha documentado con las imágenes del país que no llegó a ser. 

«Turista europea con un pastor, en el camino hacia el sur», 1962.

miércoles, 16 de abril de 2025



ISMAEL CABEZAS
Un poema inédito



FOTOGRAFÍAS


Estamos en la cocina todos juntos

mientras cae en gris cualquier tarde de febrero,

y he encontrado por azar una fotografía de mí

a mis bien cumplidos cincuenta y cinco años

y te he preguntado, madre, si la querías,

y asintiendo has sacado de tu cartera,

donde guardas viejas fotos de ella

y algunas de ti, bastante más joven,

una pequeña fotografía en blanco y negro

de cuando yo tenía unos seis años,

y las has colocado juntas en la mesa,

el niño que fui y el hombre que soy.

Y, madre, tan sólo te pido tu perdón,

aliento para sofocar esta culpa

que roe sin descanso el corazón

desde hace tantísimos años, perdón,

madre, porque solo no puedo,

solo no podré por más años que viva.


11/2/2025


jueves, 3 de abril de 2025



PEDRO LÓPEZ LARA
Dos poemas



LO QUE NO DEJA HUELLA

Al final, las únicas que cuentan
son las palabras.
Y lo que cuentan es su propia historia.
Lo demás, si lo hubo, fue una especie
de fogonazo, una fotografía
que rechazó alojarse en ningún álbum.

                                                Filacterias, 2023


CONSTATACIONES

Tendemos a pensar que son las cosas
como son. Pero eso en realidad nunca es así.
Basta con asomarse a la ventana y ver
en qué se ha convertido,
cómo las ha odiado el tiempo.

Pasa también al revelar una fotografía antigua.

                                                   Singladura, 2023